“Necesito dos días para salir del personaje de Madama Butterfly”
La cantante milanesa, una de las más destacadas intérpretes de las heroínas puccinianas de la actualidad, cantará el rol principal de la japonesa Cio-Cio San en el Teatro de la Maestranza los días 6, 9, 12 y 15 de junio.
ANDRÉS MORENO MENGÍBAR / SEVILLA
-Veo una evolución más en lo musical, porque en el primer acto resulta una música más romántica que luego se convierte en trágica. El personaje en sí no cambia mucho, porque a lo largo de los tres años que transcurren ella no hace sino reforzar sus convicciones, su confianza en que él regresará. Ella se hace fuerte al enfrentarse a todo el mundo que le rodea, a todos aquellos que le dicen que Pinkerton no volverá. Y no porque sea estúpida, sino porque está realmente convencida de todo lo que Pinkerton le ha dicho, porque ella es pura, ha ejercido de geisha sólo una noche, no es una prostituta, es una niña de 15 años que se enfrenta a la dureza y al cinismo del mundo. Frente a esto, está dispuesta a morir antes que reconocer que todo ha sido mentira.
-En las últimas décadas se ha hecho habitual el que canten el personaje de Butterfly sopranos orientales. ¿Cree que existe una italianidad esencial en esta música?
-Yo vengo de una familia algo especial, porque mi tatarabuela fue una gran cantante, con una carrera internacional increible, que empezó de mezzosoprano y luego siguió como soprano y que llegó a ser la musa de Tchaikovsky, quien compuso para ella La dama de picas, Iolanta y Oprichnik. Fue también muy amiga de Puccini y preparó con él mismo sus óperas. Según ella, Puccini decía que todo lo que había escrito era siempre italiano. La ambientación externa puede situarse en el Far West, en China o en Japón, pero en la música no hay casi nada de esas culturas. Al fin y al cabo, Madama Butterfly es el drama de una mujer ingenua traicionada por un hombre y esto no tiene nacionalidad. No es en absoluto oriental. Yo he trabajado mucho en Japón y allí las relaciones personales son mucho más frías y distantes, no hay contacto físico, no se mira a los ojos, se saluda mediante una inclinación. Es todo lo opuesto a la pasionalidad de Puccini. Incluso veo esta ópera más cercana al Sur de Italia, a Nápoles o a Sicilia, donde los sentimientos son más intensos.